Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

viernes, 16 de enero de 2015

Por el valor, el honor y la paz.

No es valor, es algo más, algo negro y oscuro que crece del dolor y de la rabia.
No es por honor, es por remordimiento y odio que vomitamos cada mañana y cenamos cada noche.
No es por amor a los perdidos, a los que se han ido, no te mientas, no hay nada de heroico en esto, nada de fortaleza, nada de lealtad. Hay sufrimiento, miedo e ira.
Las escaleras se derrumban a nuestro paso, somos un ejército sin ejercitar, una manada de lobos que no saben aullar, las mujeres mayores intentan limpiar la sangre seca de las aceras pero es una mancha que nunca saldrá de estos suelos ni de nuestros corazones.
Se mantendrán vivas sus miradas vacías, sus ojos negros sin vida dentro de nuestras memorias para siempre, nunca morirán en nuestros recuerdos, nunca olvidaremos este sufrimiento.
No es por valor, honor o amor a los perdidos.
Es por miedo al ver a los que ya han caído.
Es por odio por habernos quitado lo que más hemos querido.
No, no es un acto heroico luchar vida contra vida, sangre contra sangre, espada contra espada.
Pero lo hacemos, porque cuando corres detrás de ellos y la sangre de los tuyos te salpica, lo haces. Porque cuando corres detrás o delante de ellos y pisas los charcos de sangre, de dolor e ira, lo haces. Porque cuando vomitas y echas el estómago, el alma, el hígado y las ganas de vivir. Lo haces.
Porque hemos alimentado el dolor, la ira y el miedo.
Y hemos creado el hambre de sangre, de piel estirada en los suelos expuestos, como trozos de carne de cerdo.
Los perros salvajes, sin dueño ni amo, ni un niño con un palo que les pueda pegar, los devoran.
Los devoran, y nos alimentan el dolor y la rabia.
No hay palabras que te puedan explicar que se siente al quitarte de encima todo eso que se cae encima de ti, que antes era tu ciudad, tu pequeña y grande ciudad, el lugar de tu primer beso, incluso, la tumba de tu abuelo pisada y arañada por otros a punto de tumba.
Quitarte de encima la mirada de aquellos, que luchaban contigo y te piden auxilio en sus pequeñas pupilas, que paran para siempre de parpadear, que los quisiste, los ayudaste, los amaste, viviste con ellos. Y ya no volverán a vivir con nadie más.
Y te retumba en los oídos el miedo, en forma de disparos y bombas. Y rezas aunque no creas en Dios, y lloras aunque no te queden lágrimas, y luchas porque luchas. Y piensas que ojalá fueran las guerras con espadas y caballos como antes.
Se cae a trozos, todo.
Las pieles, las personas, los cabellos, los caballos, las iglesias, las catedrales, los tejados, los sueños, las esperanzas, el amor, el valor, el honor, la paz. 
¡Y lo haces!
¡Claro que lo haces!
Porque tienes hambre de dolor, odio y miedo. Porque ya no sabrías vivir sin alimentarlo. Morirías hambriento, y para evitarlo lo haces, para que el odio, el dolor y el miedo no te maten antes que las balas.
Imagen de Sucker Punch, altamente recomendable por cierto.

2 comentarios:

  1. Me dejas anonadado. ¡Que gran relatora! En cuanto al contenido del relato prefiero un beso en el porche.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los besos en el porche son un tópico de las novelas que nunca deben de faltar.
      Besos!

      Eliminar