Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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lunes, 10 de noviembre de 2014

Sueños negros.

Anoche tuve un sueño, del que tengo que salir.
Me persigue por las esquinas, atraviesa las paredes cual fantasma.
Era un sueño repetido, lo recordaba todo, ahora ya solo recuerdo la angustia y el dolor.

Hace unos años soñé que iba de la mano de una persona muy querida, enseñándole esto y aquello de la nueva ciudad en la que vivía, que una noche y sin avisar me había venido a visitar.
Esta noche soñé, que otra persona a la que un día quise había venido a esa misma ciudad fantasma, esa ciudad que sólo existe en mi cabeza, vestida de gala, a verme.
Todo me pareció bien, no me importó recordar un poco algunas cosas, que me fueran familiares las personas que nos íbamos encontrando, sentir que nos miraban todas ellas.
Estábamos bien, éramos felicidad envuelta en papel de gala.
Hasta que llegó el momento en que recordé que había pasado en el anterior sueño, que iba a pasar en este.
Era una despedida.
Una despedida para siempre de mi subconsciente, y yo no quería que se fuera.
Se la querían llevar al cajón oscuro, a la papelera. Era un adiós. Adiós para siempre.
Era una noche oscura y la Luna alumbraba justo en callejón cuesta arriba donde aquella mujer con la capucha tan negra como los ojos y los cabellos, ella la esperaba con la mano dirigiéndose hacia nuestros pies. 
Parecía una bruja. Una bruja de las de verdad, de las que se pueden meter en los sueños de las personas y hacer que olvides a las personas que un día quisiste.
Me dí cuenta, y empecé a gritar, ¡Es una despedida! ¡Queréis que no vuelva a venir! ¡Queréis que desaparezca de mi cabeza! ¡Que la olvide para siempre!
La ciudad entera me miraba, con sus extrañezas de sueños y sus personajes de la noche.
Enfadados intentaban quitarme aquella idea de la cabeza pero yo gritaba y lloraba y tiraba de su brazo hacía mí, y ella, con su sonrisa más amplia, que hace mucho, pero mucho que no veo en persona, no decía nada.
Y una fuerza negra se la intentaba llevar, la bruja, mi sueño, mi subconsciente, se la llevó para siempre, con la marca de mis manos en su brazo.

Empecé a notar que me ahogaba, y es que todo el mundo se acercaba aún más a mí, da mucho más miedo desde allí. Monstruos, oscuridad, dientes afilados y ojos inyectados de dolor y de rabia.
Corría, y sus voces sonaban como susurros y ecos en mi cabeza ¡Tienes que dejar de hacerlo! Repitiéndolo una y otra vez. ¡Deja de hacerte eso! Eran frases llenas de contenido, llenas de rencor, como si todo lo que yo hiciera les jodiera a ellos también, yo corría y corría y ellos estaban ahí, parara donde parara sin mover los labios, pero yo oía sus voces en mi cabeza. ¡Para! No querían el mal para mí, pero su manera de hacerme prometer que pararía, fue siniestra.
No dejé de correr, y ellos me decían "No vas a despertarte hasta que lo prometas".
Yo apenas podía respirar y notaba un pie fuera y otro dentro del sueño mientras las lágrimas negras inundaban mi cara fuera y la ciudad entera dentro.
No podía despertarme y aun así estaba despierta.
-¡Lo prometo, lo prometo! Déjame, déjame salir. -Jadeé, llorando.
Y salí de la ciudad, pero no desperté de aquél sueño.
Las brujas de mis sueños pueden convertir estas
costillas en plumas, este esqueleto en basura,
y es la basura con la que yo intento hacer poesía.

Y ahora tengo miedo de volverme a dormir.

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