Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

viernes, 6 de junio de 2014

La carta que nunca me atreveré a mandar.

Ahora me acuerdo de todo lo que hemos vivido, de los miles y miles de sueños que se han roto al romperse nuestro amor.
Yo ahora voy buscando un hogar allá por donde dijimos que iríamos, allá, por donde juntos soñábamos con un futuro, allá, por donde nos queríamos.
Y los rincones del mundo no se agotan, cada día se crea uno más, pero se agota a cuentalágrimas mi esperanza.
Y me pregunto cómo te irá a ti la vida. Ya que cuando te veo siempre estás desfasada, con los ojos enrojecidos pero nunca por llorar. Y me pregunto, quién está siendo el valiente, quién quiso realmente abandonar a quien, ¿Acaso alguno fue más listo que el otro, más fuerte?
Yo busqué en otras camas el amor y en otras flores tu olor.
Y tu en el fondo de una botella sigues buscando el sabor de mis labios, pero las respuestas de nuestras preguntas no te las puede responder ningún mendigo con el que compartes esta noche el cartón de vino.
¿Me convierte en un monstruo saber cómo te he dejado?
Me pregunto mientras doy patadas a las piedras y recuerdo como me rompías la piel con ellas.
Los arañazos de mis brazos son la firma de nuestro contrato de amor.
Y dudo que algún día las quemaduras que le hiciste a mi corazón puedan desaparecer, y sean más bien las que consigan que este se derrita como si de un bombón se tratara. De esos que tanto te gustan, que emborrachan solo con olerlos.
Y no podrás dejar de formar parte de ese corazón quemado. Y es que no sabré ya reconciliarme sin rosas con espinas. Que se te clavan en la espalda mientras haces las paces y el perdón con amor.
Y busco a la Luna que tanto aúllas y yo sólo veo una roca blanca que se esconde durante el día porque con el Sol no es nada.
Y entre aquellas páginas que escribías mirando a esta Luna, esas páginas que emborronabas para que nadie te pudiera entender, te desnudabas mucho más que cuando te quitabas la ropa, como si te arrancaran la piel.
Y lo sé, yo no fui ningún caballero, pero tampoco te gustaron nunca los príncipes azules ni las historias de amor.
Me pregunto porqué aguantamos tanto tiempo haciéndonos daño y queriéndonos tan poco ¿Tan solos nos sentíamos, tan solos estábamos? 
Pero mis pulmones y mis venas empezaron a limpiarse, y ya cuando solo pasaba por ellos aire y sangre, lo supe, que ni tu querías cambiar, ni yo quería seguir muriendo ni podía aguantar ver como te matabas.
Pude habértelo dicho, pero la valentía ya no estaba en mi vocabulario y me fui.
Solo me fui, sin nota, sin respuestas, sin dinero ni ropa.
Dejando tras de mí una rosa con espinas en la mesa de la cocina y un dolor en tu corazón.
Y lo que siento, y que lo siento, solo lo sabré yo.
He intentado escribir como hacías tú, cambiando el anochecer por el amanecer, tu alcohol por café, y los trazos de mis líneas nunca podrán llegar a ser como tus bailes de palabras, pero ya puedo entenderte.
Ahora me siento mucho peor que al empezar.
Por cierto he empezado a fumar, o vuelto, o lo que sea...

No hay comentarios:

Publicar un comentario