Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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viernes, 6 de diciembre de 2013

De cuando el bosque se fundió con el fuego.

Me despierta un rayo amenazando mi vida, llueve, pero no lo suficiente para apagar el fuego del corazón del bosque que se está convirtiendo en ceniza negra, en manchas oscuras corriendo, en oscuridad y miedo. 
Mi corazón va tan rápido como puede, y mis ojos se paralizan al ver la luz del fuego dentro de su pozo negro.
Corro, y no diré como una gacela asustada sino como un humano perdido.
Los ojos me lloran y mis pulmones empiezan a llenarse de humo, me quema mas que cualquier cigarro, me agarro a los árboles carbonizándose, los araño como si así olvidará mi dolor.
Y corro entre las cenizas de mi bosque con los ojos cerrados para no ver el miedo y entonces me paro y ahí esta él.
Escondido como una sombra de mi propia oscuridad, intentando hacerme ver la sangre y el rencor que emana el bosque negro. Andamos en círculos rodeándonos y alejándonos por momentos, intentando  leernos las mentes con los ojos llenos de odio, rencor y temor. 
Y él cree haber leído que mi oscuridad me gana y se acerca a mi cabizalto pero con el orgullo muy abajo.
Y no dice nada porque sus palabras saben a barro y mentiras y él lo sabe.
Que mis heridas duelen menos que sus besos, que mi espada corta menos que su lengua.
Mi cuerpo está tan rígido que me creo roca entre hojas quemadas.
Y él se acerca lentamente como cuando yo me acercaba para cazar una pobre bestia. Me aparta el pelo sucio de la cara y me limpia con aspereza la mirada, como quien quita la piel a su conejo antes de comérselo. Y me besa con la misma fuerza que el fuego quema su tierna carne, y nos hacemos fuego mientras el fuego nos consume y nos llenamos de humo mientras el humo se hace con el bosque. Y nos perdemos para siempre convirtiéndonos en cenizas, formándo parte de aquél cuadro.
Como ciervos asustados y sedientos de sangre, olvidando lo que un día nos hicimos porque cuando solo quedan cenizas de la vida lo único que quieres es que se reavive el fuego.
Y nos perdemos, y el fuego nos rodea iluminándonos la oscuridad para el acto final, para los últimos minutos, olvidamos el daño que fuimos, lo malo que hicimos. 
Y no queremos llorar como si nos hubieran ganado o como si hubieran perdido. 

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