Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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sábado, 3 de noviembre de 2012

Y mientras él tan café con miel.


Sus ojos eran sabor café. Mientras que otras personas son diferentes porque su interior se transforma por fuera, que son transparentes. 
El era misterio. 
Sus ojos eran misterio.
Su mirada se te clavaba como un cuchillo en el alma y el dolor te dejaba inmóvil. 
Sus ojos eran oscuros y escondían un fuego que llenaba toda la atmósfera, desprendían un calor palpable, que te rodeaba y acariciaba con una pasión desmedida.
Sus ojos eran adicción, tenían el poder, eran cálidos y reconfortables.
Sus pómulos eran como pintados, y te hacían creer que el mismo dios los había estado perfilando, con un rojo natural y perpetuo que le pertenecía tanto como sus ojos oscuros.
Sus labios eran como dos nubes, y besarlos, como besar el cielo.
Tenía el pelo azabache más brillante que el de un puma, y parecía que pudieras convertirte en un animal salvaje y perderte en ese bosque oscuro.
Su piel era color miel, color caramelo. 
Y su voz te hacía tiritar porque era demasiado perfecta, tu alma se estremecía al oírla, un ángel le había donado su voz, que te abrazaba con cada palabra y te acariciaba con cada susurro.
Era perfecto.
Para mi lo más perfecto que mis ojos pudieran permitirse ver sin que se le quemaran las retinas.
Lo más perfecto para mis ojos guiados por mi corazón.
Y su interior, era tan complicado, tan azabache y café, tan perfecto, que jamás tendría palabras para describirlo. 
No existen palabras suficientes que describan lo que me hacía sentir. 
Describir su alma solo haría sufrir a la mía. 

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