Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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domingo, 24 de junio de 2012

La mañana que el mar me susurro palabras mágicas

El sol me acaricia la espalda con fuerza mientras yo sigo pensando en todo y en nada, en mis hipótesis, en mis ganas de gritarles la verdad, de que me la griten a la cara, en el miedo de perder, en el miedo de ganar, mi frustración, mi impotencia, el sol me araña y de mis poros salen lágrimas amargas con sabor a tristeza. No aguanto más, no quiero oírme, me levanto y corro hacia el mar, me zambullo en su interior, necesito que me diga algo, que me hable, sigo bajo el agua y abro los ojos nunca me había sentido tan bien. Silencio en mis oídos, en mi mente. Me falta el aire, y salgo, vuelven las voces, vuelvo a bucear, no espero ni medio minuto para volver a meterme en el agua, nado arras de la arena del fondo y sus habitantes me rozan la piel, el mar quiere que me rinda. Pero no lo consigue, el me arrastra a la orilla y yo buceo hacia el interior.
De repente no puedo avanzar, mis ojos empapados de agua ven oscuridad, me doy media vuelta y lo vuelvo a intentar, no pienso irme de aquí sin superar la oscuridad. Y no puedo, y lo vuelvo a intentar, me da un calambre, hiperventilo, bajo y lo vuelvo a intentar, no pienso irme de aquí sin conseguirlo.
No me rindo, cierro los ojos, me relajo y dejo que el mar me lleve, empiezo a ver rojo, cada vez más fuerte, y conforme enrojece, el mar se vuelve más agresivo. ¿Me está hablando? El rojo mengua, y vuelve a subir y el mar me acaricia las orejas, me susurra palabras ilegibles inalcanzables a mi oído.
Abro los ojos, no toco el suelo, ya está muy lejos de mi, y no me importa, desaparece la necesidad de controlarlo todo, estoy en la oscuridad estoy en medio de toda ella, primero me siento bien, pero me entra el pánico.
Pero sé que ese mar tiene que decirme algo, allí fue la primera vez que la luna me miro a mí. Y hablamos en silencio, como cada noche desde entonces, sé que ese mar tiene secretos que contarme, quiere ayudarme.
Pero buceo y buceo hasta quedarme exhausta sin resultado, aunque en realidad no es mi cuerpo el que se ha cansado, me recojo el pelo y las ideas. Voy a salir de la oscuridad, salgo y en mi camino voy arrastrando sus trozos de oscuridad conmigo, los acaricio, los cojo, me los llevo conmigo, ya no tengo miedo.
Respiro, el mar me ha hablado, aunque todavía no sepa que me ha dicho, pero lo sabré.

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