Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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domingo, 22 de abril de 2012

Decir adiós siempre duele.

Y al fin, mientras me despido del verde del norte. Las aguas traicioneras hijas de mi corazón se me acumulan en los ojos y aunque las hago acabar antes de salir sigo mordiéndome el labio hasta hacerme sangre.
Odio llorar.
Odio llorar delante de nadie.
Acabo de tirarme desde cien metros de altura y girar en trescientos sesenta grados sin gritar pero sin voz.
Pero la idea de coger ese avión me esta aterrando.
¿Cómo voy a vivir sin esto? Aquí está todo lo  que he vivido, ¡todo lo que soy! Soy nacionalista a pesar de todo, joder. Amo viajar pero amo aun más mi país. ¿Cómo voy a poder vivir en un país tan distinto, tan lejano al mío?

Es muy triste que en este país no puedas decir que lo quieres,
sin miedo a que te prejuzguen y te llamen facha.
Las nubes se ponen negras y el camino va perdiendo verde, llueve y deja de llover por la ventana. Y a mi ya no me importa nada. No me arrepiento de nada.
Ahora mismo necesito a cada capullo centímetro de mi país y de mi gente. Y la idea de despedirme de mi bandera sin saber cuando volveré a verla me hace temblar las piernas. Soy como un perro pequeño ante el grande.
Sólo puedo pedirte que no me olvides nunca, que quiero morir igual que nací de tus entrañas. Quiero morir, igual que nací entre los brazos de quien me tuvo, me hizo y me crío.
Ya nadie me entiende en este país, pero no lo necesito, yo lo voy a seguir queriendo.

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