Todos tenemos algún secreto, hay muchos tipo de secretos...

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sábado, 15 de octubre de 2011

Y en suspiro se me fue hasta el alma.

Al cabo de unos meses, tuvimos una discusión, a estas alturas sigo sin saber que es lo que paso. Y dudo que jamás lo vaya a saber. Pero hacía mucho tiempo que no me sentía tan mal, pude negarlo, pude obviar lo evidente. Que perderla hacía que mi alma empequeñecerá y se consumiera lentamente. Note como con cada palabra y suspiro, se iba alejando de mí. No lloré, e intenté no quejarme, hice lo posible para que pareciera que nada estaba mal. Pero ella no, su alma era grande y no quería fingir. Yo había hecho de todos los silencios y problemas una bola de pelo, y ella quería deshacerla. Tirando de cada hilo invisible mientras yo me hacía cada vez más pequeña, y cuando dijo espera a que vuelva. Temí, con todas mis fuerzas, que no volviera.
Y sentí los abrazos que no le di, las palabras que no le dije, los secretos que no le conté, los besos que me tragué.
Se iba, y yo había dejado que los demás no me importaran por ella. No me lo pidió, pero mi corazón me lo exigió.
Jamás supe que hacer, porque me sentí mareada, pero no pensaba caer pues mi orgullo me levantaba.
Entonces los vi, sus azules ojos, su mundo invisible. ¿Dónde estaba? Lo perdí, nunca encontraré ningún lago más bonito que sus ojos, ninguna lágrima que secar me produjera mayor bienestar. ¿Qué es lo que paso? No lo sé.
Pero sentí que con ella se me iba el alma, que todo por lo que había luchado, todo lo que había temido y todo lo que había querido se iba con ella, con su mundo invisible, sus ojos azules. Su cielo, su mar, mi esperanza.

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